marzo 04, 2018

Siento La Cabeza Turbia.

Es domingo por la mañana, pero se parece más bien al final del mundo. 
Tú dijiste que todo estaría bien, pero yo siento cómo la tragedia comienza a escurrirse sobre mi piel.
Tú dijiste que todo estaría bien y aun ni siquiera he podido recordar como era estar viva.
Porque ahora eres la gravedad, la inercia, el fuego y también mi asesino. 
Gracias por tus ojos, que me aniquilan cada vez que atraviesan mi frágil existencia.
No pude encontrar el ritmo de la vida que iba a ser.

Es domingo por la mañana y veo que una mitad de mí ha comenzado a pudrirse. 
Es domingo por la mañana y estoy deseando que sea el último día.
Pero eso no puede ser, eventualmente ya sucedió y eso fue un domingo por la mañana.

Estoy anclando mis manos a mis ojos ciegos que no pueden verte más. Entrenando a mis dedos para sacarme los ojos cuando te vean volar otra vez.
 Alentándome hacia el final, el dolor culminante. El Nirvana.

Seré pronto el susurro de los árboles, el verde de la decepción y el dorado del orgullo.
Blanco y negro.
He querido llamarte y me he estrellado el teléfono en mitad de los ojos no sé cuantas veces. Sé que no debo hacerlo, sé que no llamarás tú. Quiero que explote ese artefacto en mis manos. Me detesto.

Pero es domingo por la mañana y aunque sabes que duele, no vienes a ver si estoy bien.
 Estoy por mi cuenta. Pero tú me hiciste olvidarlo un domingo por la mañana. 

Estas letras están escritas en el más horrible marrón.

No he tenido paz desde que te fuiste de mí
Hace no sé cuantos días no duermo y apenas puedo comer.
Soy un vestigio del vestigio que solía ser antes de tu aplastante presencia.
Espero desintoxicarme de ti. Despedirme de tus formas casuales.
Cerrar las heridas y ahogarlas en el fondo de un océano.
He manejado por las carreteras del destino pensando en nosotros y me pude dar cuenta
de lo infinitamente frágil que es la vida y aún más el amor.
Sé que siempre digo que se terminó. Y mis huesos se cocinan en un restaurante clandestino en Tokio.
Esta creatividad duele. Y ahora que lo pienso dolía más lo lineal que yo planteabla mi vida iba a tu lado.
Te suelto, te suelto como puedo. Con lagrimas escurriendo de cada una de mis entrañas. Te tuve miedo. Te deseo lo mejor, y lo digo frente al espejo todos los días, pero no me lo creo.
Me enseñaste a ver cual era el tipo de persona en el que no debo convertirme. Que no quiero ser.
He pensado en largarme de esta cuidad. Comenzar de nuevo en algún otro lugar, pero sé que es inutil porque llevare impresos tus besos secretos debajo de mis párpados y en mis costillas rotas.
He caminado por calles vacías a mitad de la noche. Soy un zombie que te busca en los recuerdos lacónicos de un pasado que aunque duela, ya se fue.
Es invierno y es infierno por siempre. Vuelvo a la oscuridad de Amy. 
A veces estallas en mis sueños en medio de la noche y preferiría un millón de veces que me abrieran el estómago y me insertaran rocas interestelares.
Aún quedan trazas de la forma en la que solías abrazarme. Está habitación sigue llena de cosas que alguna vez fueron nuestras. Como alguien que ha muerto y los que quedan se rehúsan a mover una pulgada.
Cuanto lamento lo mucho que nos equivocamos. 
El terremoto vino a romper algo más que edificios...
Respiro por instinto. Esa Ann que solía hacerse cargo ahora está sedada y dormida, estoy en función automática. Presiona todos los botones, nos estrellamos.
Y aunque es doloroso pensar que contigo ya no habrá mañanas, sabré que he librado tal vez la batalla más grande de mi vida, después de la que yo mantengo contra mí. 
He vomitado mi dosis diaria de dolor, pero no me siento mejor, supongo, eventualmente sucederá.