diciembre 22, 2015

Yo nunca he estado en Nueva York.

De pronto lo sabes. No existe más esa sensación de duda.
De pronto lo sabes. Y el fuego comienza a llamarte.
Te llama la marca de los siniestros. A donde perteneces, naturalmente.
Tu oscuridad profunda e infinita hace brillar a mi pútrido ego.
Tomas mi cabeza y la hundes en la miserable condición humana. Me ahogas en la realidad. Me recuerdas a cada segundo esta puta tragedia llamada existir. La tortura continua y me has atas al cuello la soga de la verdad.
De pronto lo sabes y te das cuenta de que no hay nada para ti en este maldito mundo lleno de extraños.
De pronto lo sabes y te das cuenta de que tu alma ha sido puesta en venta.
De pronto lo sabes, cuando no miras más las nubes, cuando te encuentras reciclando poemas, cuando sólo a media noche tienes el valor de admitir lo mucho que te has equivocado.
De pronto lo sabes, cuando no queda nadie más a quien llamar, cuando te arrastras por el suelo herido después de haber estrangulado a tu ultimo sentimiento de bondad. Cuando eres incapaz de llamar a algún lugar hogar. Cuando lo trágico, lo truculento y lo torvo te dicen ¡Buenos días! Todos los putos días.
Y tengo ganas de saltar por la ventana cuando tú dices que he elegido el camino fácil... Que irónicamente es el más difícil.
Pero supongo que todos tenemos nuestras primeras y segundas guerras terminando con nosotros.
Yo sólo quiero beberme una puta cerveza, escuchar silbar a Tom Waits y esnifar alguna mierda que no me vuelva a hacer despertar jamás...



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